El baño del caballo, Joaquín Sorolla.

Desde Charlarte, os queremos comentar la obra titulada El baño del caballo. Esta obra, es realizada por el gran pintor valenciano Joaquín Sorolla. Este realizaría la obra pictórica en el año 1909.

El baño del caballo, Joaquín Sorolla, 1909.

En esta obra existe una lumínica cercana a otras obras del pintor; como es el caso de las obras El Pescador o Paseo a orillas del mar. También comparte algunos otros aspectos de otras; como la inclusión de niños bañándose. En este caso, el niño está bañando al caballo, apareciendo como es común en Sorolla con el cuerpo desnudo. Este niño es similar a los realizados en otras obras, pudiendo poner como ejemplo el caso de Los niños en la playa. Para más inri, Sorolla retrataría tres veleros, los cuales aparecen en la obra Las tres velas. Por lo tanto, podemos decir que esta obra pictórica tiene un estilo totalmente reconocible y elementos que son utilizados tanto en años anteriores, como posteriores a la obra en cuestión.

El caballo aparece de forma grandiosa. Destacamos en primer lugar la sensación de movimiento que transmiten sus patas.  

Detalle patas, El baño del caballo, Joaquín Sorolla, 1909.

Su piel es brillante y de un gris casi uniforme, solo contrasta con la incidencia del color negro de su hocico y rodillas. El rostro del caballo porta una definición bastante conseguida. Así mismo, el semblante del equino viene marcado por unas facciones que son reflejadas por Sorolla con pinceladas muy certeras. Concretamente en lugares como su hocico o sus ojos, también en sus orejas.

Detalle de rostro del caballo, El baño del caballo, Joaquín Sorolla, 1909.

El caballo sale del mar acompañado del niño. Como si se tratara de una imagen que ronda en la cabeza del pintor, transmite el justo momento en el que pasan todos los elementos que portan movimientos de forma sincrónica. Esto demuestra una clara sensibilidad para captar el momento justo. En líneas generales, Sorolla nos traslada la visión de un caballo que impresiona. A pesar de ser difícil la representación de este animal, y debiendo conocer sus proporciones, el pintor valenciano lo plasma con un gran resultado.

El niño nos transmite la forma de entender la luz de Sorolla. Es magnífica la manera en la que incide la luz en la espalda del niño. Esta, porta reflejos que a la cercanía impresionan por la forma en la que la pincelada define el reflejo. Porta un blanco que se diluye sutilmente en la piel, dejándonos una textura más saturada la cual incide y se define en el lugar concreto del reflejo.

Detalle reflejo, El baño del caballo, Joaquín Sorolla, 1909.

Así mismo, podemos observar como el contraste en la piel es evidente. Sorolla capta un fenómeno muy idiosincrático del sol y el mar. Todos tendemos en el mar a reflejar un color más blanco que el original de nuestra piel. Concretamente en los lugares en los que incide la luz directamente. Esto se observa perfectamente en la diferencia entre la espalda y el torso. Precisamente se hace más patente en la zona lumbar, en la cual se dibuja la sombra.

Detalle contraste, El baño del caballo, Joaquín Sorolla, 1909.

También es importante destacar la manera en la que se retrata el agua en el cuerpo. En este, además de transmitir el brillo en su piel, Sorolla transmite la humedad, intensificando el reflejo en la zona de pies y piernas. Estas zonas consiguen esa humendad, siendo matizadas con pinceladas azules.

Detalle de agua en la piel, El baño del caballo, Joaquín Sorolla, 1909.

El rostro es apagado con la sombra del sombrero, el cual desde la lejanía, parece transmitir una oscuridad que desde la cercanía es formada en el rostro de una manera muy conseguida, matizando con pinceladas oscuras, así como llegando a la oscuridad total en la zona trasera del cuello.

Detalle de rostro del niño, El baño del caballo, Joaquín Sorolla, 1909.

Si la luz es importante, la sombra no se puede quedar atrás. Las sombras reflejada por el niño y el caballo, están localizadas en zonas diferentes del transcurrir del momento. El niño transmite una sombra pura, la cual aparece en la zona sin agua de la orilla. Y por otra parte, en el caballo se nos muestra una sombra, la cual se refleja en la fina capa de agua que se retrae hacia el mar.

Detalle de sombras, El baño del caballo, Joaquín Sorolla, 1909.

En relación al mar, es destacable la forma en la que se transmiten los colores en las distintas zonas marinas, atisbando la espuma que se forma con el movimiento de las olas. Así mismo, se nos muestran distintas gamas de azules dependiendo de la incidencia del fondo marino. En la zona cercana a la orilla, se nos muestran pinceladas marrones y cuanto más nos acercamos al fondo, se tiende a la incidencia de colores más marinos, como azules turquesas y azules oscuros.

Detalle del mar, El baño del caballo, Joaquín Sorolla, 1909.

El último detalle a destacar, son los tres veleros que aparecen el en fondo. Estos nos recuerdan a la obra que anteriormente hemos nombrado, titulada Las tres velas.

Detalle veleros, El baño del caballo, Joaquín Sorolla, 1909.

En ellos, podemos atisbar esa sensación que hablábamos de circunstancialidad, ya que todos los elementos del cuadro tienen un timing propio, siendo captados por Sorolla de una manera genial. Son momentos que podemos vivir todos en nuestro día en el mar, lugar que nos transmite postales únicas.

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