«Otra Margarita» en el jardín de las miradas sublimes.

Desde Charlarte queremos hablarles de la obra ¡Otra Margarita! del pintor valenciano Joaquín Sorolla. Antes de todo, debemos conocer la historia y relación de este título con la obra literaria Fausto de Goethe. En esta, una mujer llamada Margarita asesina a su hija ahogándola. Sorolla tras saltar la noticia de un asesinato similar en España, crea una obra como reacción pictórica a este hecho y la titula con el mismo nombre de la protagonista creada por el escritor alemán.

¡Otra Margarita!, Joaquin Sorolla y Bastida, 1892, Mildred Lane Kemper Art Museum.

El imaginario de Sorolla nos trasporta una escena sublime enmarcada en un vagón de tren lleno de detalles. En primer lugar, podemos observar como la luz se transforma a través de las distintas texturas de la madera. Pasando desde una madera en la que el barniz nos hace de espejo, hasta la dureza de la fría y usada madera de las bancadas en las que reposan la rea y los dos guardias civiles.

Detalle texturas, ¡Otra Margarita!, Joaquin Sorolla y Bastida, 1892, Mildred Lane Kemper Art Museum.

La luz nos alumbra la escena para poder sentir hasta el último detalle del vagón. Tal es así, que podríamos trasportarnos a la escena y casi sentirla en nuestras propias carnes.

Detalle luz, ¡Otra Margarita!, Joaquin Sorolla y Bastida, 1892, Mildred Lane Kemper Art Museum.

Es tanta la genialidad, que podemos ver como estas miradas, espejo de sus almas y pensamientos, superan el umbral de la sensibilidad pictórica. Siendo una transmisión tan certera del alma, que casi podemos sentir en nuestro interior la autoridad, congoja, pena y maldad que emanan. Es una obra en la que la mirada nos da las pistas necesarias para entender el porque son retratadas así. Si nos centramos en la apodada como «Margarita», observamos decaimiento, tristeza y temor. Además de la sensación ser una persona que esta fuera de sí.

Detalle «Margarita», ¡Otra Margarita!, Joaquin Sorolla y Bastida, 1892, Mildred Lane Kemper Art Museum.

Debemos valorar lo dificil que es retratar el sentimiento tan particular que nos provoca una persona que supuestamente ha asesinado a su hijo. Si no conocemos de lo que se le acusa, podríamos incluso sentir pena y compasión como reacción natural ante alguien que está cuartado de libertad y maniatado.

Detalle cadenas, ¡Otra Margarita!, Joaquin Sorolla y Bastida, 1892, Mildred Lane Kemper Art Museum.

Tras «Margarita» se nos retratan dos miradas contrapuestas protagonizadas por los dos guardias civiles encargados de custodiarla. En una de ellas, se nos transmite alicaimiento, pena, quizás contrariedad por no saber si es una injusticia lo que está aconteciendo o simplemente siente pena por la situación de esta joven.

Detalle mirada, ¡Otra Margarita!, Joaquin Sorolla y Bastida, 1892, Mildred Lane Kemper Art Museum.

De forma contrastante, observamos como el otro guardia civil se muestra centrado en su deber. Su mirada es siniestra, fija e imponente.

Detalle mirada, ¡Otra Margarita!, Joaquin Sorolla y Bastida, 1892, Mildred Lane Kemper Art Museum.

Si vamos algo más allá en el debate artístico sobre esta obra, es como si la justicia fuera retratada en una balanza de miradas, siendo estas las encargadas de transmitirnos las dos vertientes de pensamiento sobre el reo; la firmeza de la culpabilidad y el debate interior respecto a la posible inocencia del detenido.

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