Perros velazqueños

Hoy desde Charlarte os hablaremos de como Diego Velázquez representaba en sus cuadros un elemento tan presente en nuestra sociedad actual, como es el perro. El perro es un ser que en la sociedad moderna cada vez está más integrado. Ya en las élites de la España del siglo XVII era algo bastante común. Prueba de ello, es como en varias de las representaciones artísticas de nuestra realeza los perros estaban presentes y reflejados de formas varias. Así mismo, encontramos a estos perros en otros entornos y actividades, uno de estos casos sería la caza. Esta labor canina se ha mantenido en ellos durante siglos, encontrando razas que su origen y sino está centrado en en esta actividad. Velázquez en sus representaciones aparte de estas actividades, también refleja varios de los caracteres del perro. El primero de los caracteres representados es el defensivo. Prueba de ello es la obra La Túnica de José del año 1630.

«La túnica de José», 1630.

En ese cuadro, Velázquez representa la llegada a Jacob de la noticia de la muerte de su hijo. En este caso vemos a un Spaniel Breton, el cual ladra a la túnica ensangrentada. Velázquez capta muy bien la postura defensiva del Spaniel Breton, refleja esa tensión postural y muscular del perro, además de su intención de abalanzarse.

Spaniel Bretón, La túnica de José, 1630

Velázquez representa también al perro fiel que acompaña a su dueño, prueba de ello, son los cuadros de temática cazadora realizados por el artista sevillano. Se representa a miembros de la realeza acompañados de sus fieles perros. En El Cardenal-Infante Fernando de Austria, vemos representado un podenco musculoso, al contrario que el spaniel, se representa en una actitud tranquila y una postura de perro sentado. Tiene un valor añadido el saber representar tan fielmente estas posturas propias de los perros, la anatomía de cada perro y la raza de una forma precisa. Así mismo, la forma de representar las perspectivas. En este caso se trata de una representación de perfil.

Perro fiel, «El Cardenal-Infante Fernando de Austria», 1632-1633

En el retrato de Felipe IV cazador, Velázquez representa un mastín el cual mira directamente al espectador. Este está representado sentado de la misma manera que el podenco anterior. La mirada de este mastín es algo triste, pero es una mirada que penetra en tu mirada, ahí demuestra y refleja los sentimientos del perro de una forma clara. Además de caracteres, anatomía y perspectiva, aquí nos refleja las emociones del canino. También se ven reflejados elementos tan comunes como los collares, elemento habitual del perro domestico. De estas representaciones se pueden sacar a relucir muchos elementos y muy curiosos, los cuales pueden ayudar al estudio de materias varias. La pintura es un reflejo de una sociedad, por lo tanto se puede estudiar hasta el mínimo ápice de ella.

Reflejo de la mirada de un mastín, «Felipe IV, cazador», 1632-1633

También Velázquez es capaz de captar la fidelidad a través de la firmeza de la postura. Es el caso del galgo que aparece en el cuadro Retrato del Príncipe Baltasar Carlos cazador. Destaca su rectitud y su mirada fija.

Galgo, «Principe Baltasar Carlos cazador, 1635

Así mismo, también representa al perro dormilón, el cual descansa cerca de su dueño. Esta escena se repite en nuestras vidas, nuestros perros nos acompañan como hacían con la realeza española del siglo XVII. Es el caso de dos representaciones velazqueñas. Una de ellas es el anteriormente nombrado retrato del Príncipe Baltasar Carlos. Se representa al perro totalmente tumbado, apoyando su hocico en el pasto.

La segunda de las representaciones durmiendo es la realizada en una de sus obras más reconocidas. Las Meninas. Obra en la que se ve representado un mastín español, el cual esta adormilado. Velázquez representa la ternura y bondad de el mejor amigo del hombre. Este animal es pisado por el pie de uno de los enanos de la corte, concretamente se trata de Pertusato. El mastín no se inquieta ante esta impertinencia. Que mejor forma de representar la nobleza, que con la nobleza canina.

Por último, os hablaremos de uno de los caracteres por antonomasia del perro, Velázquez nos representa un perro juguetón y simpático. Es el caso del retrato del El Príncipe Felipe Prospero. Obra en la que se refleja el perro desde el punto de vista tierno, cariñoso y simpático.

Representación canina de ternura y simpatía, «Principe Felipe Prospero», 1659

No pudo estar mejor situado en la escena, ya que acompaña al príncipe Felipe Prospero, el cual era un niño. Los niños son todo eso, son tiernos, cariñosos y risueños. En definitiva Velázquez refleja magníficamente todo lo que rodea al perro, transmite sus sentimientos, su forma de estar y su forma de existir.

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