Vieja friendo huevos, Diego Velázquez.

En nuestro siguiente artículo os hablaremos de la obra Vieja friendo huevos del genio sevillano Diego Velázquez. Es una obra en la que vemos representada una escena de bodegón. Fue una de las primeras obras enmarcadas en las obras de juventud del pintor. Esta obra ya era conocida en las crónicas de la época y su transitar le llevó al Museo Británico junto a la obra con la que comparte similitudes titulada Cristo en casa de Marta y María. Francisco Pacheco maestro y suegro del pintor destacaba como Velázquez era capaz de hacer sublime una escena sin lustre. Queremos en este escrito transmitir algunos detalles de los elementos de esta gran obra, los cuales los hacen un cuadro único. Existen debates sobre el significado de la obra, la cual navega entre el bodegón, algunas teorías que apuntan a la temática llevada a cabo en la novela picaresca e incluso a una teoría de los sentidos.

Vieja friendo huevos, Diego Velázquez, 1618.

Todos los elementos representados por Velázquez portan un realismo y unos detalles que imitan la naturaleza a la perfección. Destaca como predomina la penumbra en la escena, la luz está repartida en el cuadro en los elementos del bodegón y sobre todo en la principal protagonista, la vieja que fríe los huevos. Observamos en segundo plano al niño, la luz solo aparece en su rostro, camisa, brazos y los objetos que porta en sus manos. Parece que flota en el cuadro, ya que no se atisba el cuerpo debido a la penumbra y la vestimenta oscura del niño.

Centrándonos en los personajes podemos observar como sus miradas portan actitudes diferentes. El niño mira fijamente al espectador, es una mirada entre sombras en la que se atisban sus pupilas que te miran fijamente. En el caso de la Vieja porta una mirada iluminada y obnubilada, parece como si la luz le hubiera cegado portando una mirada perdida. Fríe los huevos de una manera curiosa, ya que parece ajena, parece los friera sin verlos. Este detalle nos hace plantearnos si en realidad se retrata a una persona ciega.

Detalle rostro vieja, Vieja friendo huevos, Diego Velázquez, 1618.

Hay algunos detalles que muestran un gran realismo, es el caso de las manos en las que podemos apreciar la contraposición entre la juventud y la vejez. Velázquez retrata a la perfección las arrugas y el carácter de la piel. También podemos observarlo en la piel del rostro de la señora en la que a pesar de dejar clara su vejez, retrata los detalles justos en su piel para reconocer ese paso del tiempo. La forma de retratar el pelo también es un detalle de mucho realismo. En el pelo de la vieja podemos ver un cabello fino en el que se atisba en la transparencia del velo el cabello oscuro. Así mismo, el cabello del niño es captado a la perfección ya que se ve un cabello terso típico de la niñez. Otro aspecto del pelo del niño que podemos ver es como porta un corte irregular.

Detalle rostro niño, Vieja friendo huevos, Diego Velázquez, 1618.

La luz es frontal hacia el cuadro y es curioso como la penumbra es contrapuesta con los focos de luces y reflejos. En relación a los reflejos es destacable como estos son captados por Velázquez, también como retrata el brillo y el mate en algunos elementos del cuadro. El detallismo es magistral, podemos ver ejemplos de estos reflejos en objetos brillantes como la olla de cerámica, los cazos, el brillo de alguna de las jarras o en decantador de vino de cristal. Tal es el detalle en los reflejos, que retrata hasta el brillo de la cebolla o los pimientos secos. Es de obra maestra la forma de retratar el mate en el mortero y la olla de latón. Las sombras también son importantes en esta obra, destacando como Velázquez retrata la sombra del cuchillo sobre el plato o del hornillo en el que posa la olla en la que se fríen los huevos.

Detalle brillo, Vieja friendo huevos, Diego Velázquez, 1618.
Detalle sombra, Vieja friendo huevos, Diego Velázquez, 1618.

En estas obras dedicadas a escenas cotidianas podemos encontrar muchos elementos de nuestro día a día con los que nos podemos sentir identificados. Podemos observar aperos de nuestras cocinas actuales y objetos como capazos de enea de cocinas antiguas, las cuales se mantienen en nuestro recuerdo. Así mismo, alimentos de nuestra gastronomía, es el caso de la gran calabaza que porta el niño, la cebolla roja o los pimientos secos. Y claro uno de los protagonistas del cuadro, los huevos fritos. Otro de los elementos de nuestra gastronomía es el vino. Con lo cual podemos decir que esta obra velazqueña porta mucho de nuestra cultura.

Detalle, Vieja friendo huevos, Diego Velázquez, 1618.
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