La habitación roja, Henri Matisse.

La habitación roja de Henri Matisse, es una de las obras más reconocidas del Fauvismo. El color, es el elemento principal, y este se apodera de la obra aportando una visión llamativa, atípica y desconcertante. Concretamente, el color rojo es el color que alberga más protagonismo y predominancia. Es una provocación colorista hacia el espectador, efectuandose un «choque intelectual» y un cambio de paradigma.  El color hace que perdamos la perspectiva, un elemento primordial y básico de la pintura. Así mismo, afecta a la noción y diferenciación de los elementos.

La habitación roja, Henri Matisse, 1908.

Hay dos elementos principales con los que podemos entender esta obra. El primero de los elementos o factores, es la fusión entre el mantel y el fondo. El segundo de ellos, y tema de la obra, es la inclusión de la naturaleza muerta, propia de la temática del bodegón. Esta naturaleza aparece representada con un ramaje, el cual es retratado en el mantel y en la hipotética pared del fondo.

Detalle ramaje, La habitación roja, Henri Matisse, 1908.

Así mismo, vemos como Matisse representa jarrones, los cuales ocupan también estos dos elementos. El pintor  francés también representaría naturalezas muertas en los fruteros y centros decorativos. Por lo tanto, todas estas naturalezas muertas que protagonizan el cuadro, dan pie a decir que es un bodegón. Esta temática ha sido utilizada por gran cantidad de artistas a lo largo de nuestra historia. Podríamos poner ejemplos destacados, como los realizados por el toledano Juan Sánchez Cotán o el extremeño Francisco de Zurbarán.

Detalle naturaleza muerta, La habitación roja, Henri Matisse, 1908.

Matisse en este caso, representa el bodegón en un contexto fauvista. Estilo en el que los colores juegan con la óptica y la predisposición del espectador, pudiendose así llegar a confundir los elementos o crear una visión conjunta y fusionada. Esta última cuestión, la podemos constatar en el mantel y el fondo, los cuales se conectan con el color rojo para así crear el algunos lugares del cuadro una visión única de la habitación.

Detalle de visión unificada, La habitación roja, Henri Matisse, 1908.

Con este fenómeno, se consigue una ruptura de la perspectiva, la cual solo aparece y la podemos observar más claramente en la ventana retratada a la derecha del cuadro. Esta ventana es el único lugar donde se nos abre la visión, dejando atrás la predominancia del rojo. En este caso, aparece naturaleza viva, la cual es contrapuesta con la muerta del bodegón.

Detalle ventanal, La habitación roja, Henri Matisse, 1908.

Existen otros elementos retratados. Es el caso de las sillas, las cuales una de ellas se camufla con el rojo plasmado en el mantel. Otra de las sillas se esconde detrás de la mesa. Esta segunda silla no porta perspectiva, aportando una visión que supone dejar atrás los volúmenes. Estos nos permiten discernir entre los elementos retratados y el fondo. Además, tanto los maceteros, como la silla, parecen estar incrustados en lo que entenderíamos como un supuesto «papel decorativo».

Detalle silla, La habitación roja, Henri Matisse, 1908.

El color rojo es contrastado con el amarillo en varias ocasiones. Por ejemplo, la silla porta colores rojos y amarillos; concretamente el rojo de la madera y el amarillo de la enea. Los frutos en el frutero cogido por la sirvienta, portan colores rojos y amarillos, e incluso los escanciadores de vino también los llevan. Por último, lo podemos observar en el centro floral, el cual alberga flores rojas y amarillas. Por lo tanto, es un claro contraste de colores vivos.

Alternancia de rojo y amarillo, La habitación roja, Henri Matisse, 1908.
Alternancia de rojo y amarillo, La habitación roja, Henri Matisse, 1908.

En relación a la sirvienta, destaca la visión realista de esta protagonista femenina. La representación de esta, muestra una postura y contexto, el cual es el único lugar junto a una marca que dibuja la superficie de la mesa, donde poder discernir la diferencia entre el mantel y el fondo. La marca es contradictoria, ya que no la observamos ni en la zona frontal de la mesa, ni en la zona de la silla retratada a la derecha del cuadro.

Detalle sirvienta, La habitación roja, Henri Matisse, 1908.

En definitiva, es una obra rompedora, que, a pesar de una simpleza pictórica y técnica, aporta una visión inteligente y llamativa. Todo esto aportando una visión original del bodegón, el cual siempre ha sido representado de una manera detallada y realista. Además, teniendo en cuenta la fisonomía, la textura y el color de los elementos. Por consiguiente, Matisse rompe los canones no atendiendo esta tendencia realista.

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