Hoy os queremos hablar de la obra Trigal con cuervos, realizada por el genio holandés Vincent van Gogh en el año 1890. Es una obra llena de belleza, pero a su vez, es una obra que quiere mostrar la tristeza y soledad que sentía el pintor. Así mismo, es una obra de malos augurios, ya que fue una obra que mostraba su malestar y así mismo, reveló la próxima muerte del pintor a los brazos de Theo. Su amado hermano también murió solo seis meses después de una enfermedad mental. A pesar de la tragedia de sus vidas, queda esta obra bellísima y muy profunda.
En la obra Trigal con cuervos, Van Gogh nos muestra su bello color amarillo, el cual era su preferido. Un amarillo, que en esta obra es retratado de una manera intensa. Sus anhelos y gustos, son importunados por una banda de cuervos, los cuales oscurecen la escena. Estos oscuros pájaros, suponían para muchas sociedades el «mal agüero,» osea traían mala suerte. Este aspecto parece incidir en la obra, ya que se crea un contraste entre el amarillo predilecto de Van Gogh y la oscuridad que aparece en el cielo. Es un azul marino, en el que se ven tonos oscuros, los cuales le reportan a la obra un carácter un poco tenebroso. El cielo muestra la tristeza y la soledad contrapuesta con la esperanza localizada en el trigo, el cual marcó la obra de Van Gogh y la de muchos de sus coetáneos.
En esta obra, destaca como aparece la pincelada, la cual es una de las señas de Van Gogh. Esta, nos reporta perfectamente el carácter del trigo, el cual ante la incidencia del viento, se malea y se mueve a compás de este. Van Gogh refleja este aspecto de una manera perfecta. Sus múltiples pinceladas, nos reflejan ese mar de espigas, las cual se unen creando un trigal precioso. Además, la multiplicidad de pinceladas, ayudan a que este porte una sensación de movimiento, ya que vemos como las espigas se ladean hacia la derecha del cuadro, revelándonos desde donde aparece el viento en esta obra.
El cielo porta una pincelada, con reflejos azules marinos y oscuros. Así mismo, porta azules más claros.
Este azul llega a su límite en un azul oscuro, casi negro, el cual aparece en la bandada de cuervos que sobrevuela el trigal. Estos son representados de una manera simple pero efectiva. Con una o dos pinceladas, retrata la silueta de estos.
Solo esta oscuridad se ve sorprendida por manchas amarillas que se diluyen en el azul del cielo. Intuimos que se trata del sol, pero al retratar dos, podemos entender que se trata de un reflejo del trigal.
El camino, nos da la otra nota de color. Este nos atisba colores marrones y verdosos intercalados con reflejos amarillos. No olvidemos que el amarillo es el color característico y por antonomasia del pintor holandés. Las pinceladas de este camino, les sucede como los de los trigales, nos quieren transmitir movimiento y la orientación del mismo. Ya que estas, aparecen como si se tratara de un desfile, unas pinceladas detrás de otras nos muestran los diferentes caminos de este campo.
En definitiva, esta obra es un canto y un reclamo de ayuda hacia sus afines, ya que el solo veía depresión y decadencia en su vida. Como si sintiera que su vida se apagara. A pesar de esto, nos dejó una obra llena de intensidad, de color y belleza, características que se ven reflejadas en todos los aspectos de esta obra. Se despide sin dejar atrás sus señas de identidad, su colorismo y su pincelada tan particular. A pesar de buscar tanto el llegar a mejorar y a veces no creer en su obra. Nos legó una obra única, la cual nos llegó sin el fruto merecido. Las inseguridades propias en un artista, llegaron a afectarle en demasía. Aunque el mismo no lo reconociera en muchas ocasiones, era un pintor único que tuvo un posterior reconocimiento a su obra. Más tarde, todos vimos su genialidad, quizás esa inseguridad fue propia de una humildad intrínseca hacia su obra, reconociendo sus limitaciones. Debió recibirlo en vida, para así, no sentir la soledad y tristeza reflejada en esta obra cercana a su muerte.