Hablamos del Cristo del Otero, el cual está situado en la capital palentina. Fue una obra realizada por Victorio Macho, escultor y dibujante que nace en Palencia el 23 de diciembre de 1887. El Cristo del Otero es una obra artística que custodia la ciudad de Palencia. Esta se convierte tras su finalización en 1930 en uno de los símbolos más reconocidos de la ciudad castellano leonesa. Fue una obra que como les sucede a otros cristos redentores, son realizados en los lugares más visibles, lugares que marcan el paisaje que les rodea. Todos conocemos el Cristo Redentor de la ciudad de Río de Janeiro, pero pocos conocen de la importancia del Cristo del Otero.
Fue una obra que, aunque de menores dimensiones que la escultura brasileña, tenía unas previsiones de altura superiores a los 21 metros que tiene actualmente. Finalmente no pudo tener un mayor tamaño debido a que el terreno no permitió la construcción de una escultura de mayor envergadura. El Cristo del Otero fue una obra inaugurada antes que la escultura redentora realizada en Río de Janeiro. Victorio Macho la culminó antes, aunque es de justicia decir que el proyecto brasileño empezó su construcción antes que el proyecto del cristo palentino. El Cerro del Corcovado es un lugar difícil de igualar, pero el Cerro del Otero se trata de un lugar de gran importancia para los palentinos, ya que marca la estética de la ciudad. Los oteros son cerros en zonas de planicie, llamados también cerros testigo. Palencia no se entiende sin este Otero predominante en la vista panorámica de la ciudad.
Victorio Macho creador del Cristo, localizó su obra en el lugar óptimo. Un lugar que tiene su sentido religioso en relación a la ermita rupestre situada en este lugar y que sería lugar de entretenimiento del artista palentino. Ermita que es mayormente conocida como la Ermita rupestre de Santo Toribio, ya que fue refugio de Santo Toribio durante un levantamiento popular.
El Cristo del Otero de claras influencias románicas, abraza la ciudad y reina sobre ella. Es un cristo de estilo sobrio y de formas muy características propias del primitivismo románico. Influencias románicas que tienen su sentido por la importancia del Románico en Palencia. Estas formas son rectas y austeras en túnica, cabello y en algunos elementos de rostro y manos. Se dibuja la silueta del cristo gracias a las líneas verticales que plasma Victorio Macho en la túnica. Refleja los volúmenes y pliegues de esta túnica, tanto en mangas como en las partes frontales, traseras y laterales. Estos volúmenes y pliegues los realiza como decíamos anteriormente de forma recta y austera.
Así mismo, en ojos y pelo. Se ve una representación un tanto geométrica instigada e inspirada por el tipo de representación típica de la pintura y escultura románica. En los ojos almendrados, que nos pueden recordar a la representación escultórica egipcia, debemos decir que tiene más que ver con la representación de los Pantocrátor románicos que con la tríada de Micerinos. Si podríamos relacionarlo con el hieratismo de la escultura egipcia, pero es claramente una imitación del Pantocrátor. Vemos en los ojos una representación elíptica que da una mirada enigmática. La barba es representada con volúmenes rectos y líneas verticales. El pelo es un caparazón añadido a la cabeza, un pelo hierático con volúmenes triangulares y escalonados.
La obra de Victorio Macho en la mayoría de los casos tiene una representación escultórica más realista. El Cristo de Otero es una obra con una representación más original comparada con otras representaciones de cristos redentores. El Cristo palentino es sereno frente a los demás que tienen una actitud triunfante y de facciones mas livianas. Desde Charlarte queremos poner en valor el Cristo de Otero que al ser coetánea de la escultura redentora que es referente en el mundo, el Cristo del Corcovado, puede taparlo por su fama y tamaño, pero escultóricamente y artísticamente el Cristo de Otero tiene valores de originalidad por sus influencias que te retrotraen en la forma de representación escultórica un milenio en pleno siglo XX, además de la majestuosidad que aporta a la panorámica de la ciudad palentina.