Las miradas de Goya

En este artículo titulado “Las miradas de Goya”, pretendemos ver más allá en lo que nos trasmiten los autorretratos realizados por el artista. En este pretendemos describir aspectos que son algo subjetivos, pero que pueden resultar interesantes. En concreto cinco son los autorretratos que comentaremos. Intentaremos vislumbrar el pensamiento del pintor, ya que en la actualidad podemos entender la autopromoción como algo común en todo artista, pero en su época y en la de otros pintores solo los autorretratos eran la manera de mostrarse para la posteridad.

Todos sus autorretratos transmiten un mundo interior, ya que uno es honesto respecto a su naturaleza y su inconsciente, gracias a ellos, se puede observar nuestro mundo interior. Dependiendo de la etapa Francisco de Goya nos transmite una cierta timidez y vulnerabilidad que se muestra y transforma de una manera más serena respecto al paso del tiempo. En un primer autorretrato de juventud se ve como quiere mostrar su belleza o al menos la que entiende el pintor como bella. Todos intentamos mostrar en la juventud esa imagen más atractiva, pero realmente la belleza de Francisco de Goya está en su yo interior. Su mirada es oscura y alberga un mundo que todos portamos o al menos los seres que son conscientes e inteligentes. Estos seres saben entender y comprender la realidad vital, a veces de manera tenebrosa y autodestructiva. Claramente es un ser honesto, no se engalana ni se maquilla. En todos sus autorretratos nos transmite poca preocupación por ser pretencioso. Su tormento es su interior, ya que todo artista que se precie tiene unas sombras que se acucian con el tiempo.

Autorretrato , Francisco de Goya, Colección privada, 1773.

En el segundo autorretrato de Goya que os traemos a colación, el pintor se muestra en plena ejecución de una obra frente a caballete y con pincel en mano. Se muestra tímido o más bien quiere representarse de esta manera. Quizás esa obligación egocéntrica del artista no vaya mucho con Goya, aunque entiende que su mundo humano necesita ser plasmado ya que nuestra valía interior debe ser reconocible de una manera menos intelectual y más banal, una manera albergada en nuestra obviedad egocéntrica.

Autorretrato en el taller, Francisco de Goya, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1790-1795.

Hay aspectos curiosos respecto a vestimenta en estos dos primeros autorretratos, más allá de aspectos subjetivos. Su aspecto «goyesco» y nunca mejor dicho, se atisba en sus vestimentas propias de la España de su etapa vital. En este segundo autorretrato concretamente se muestra con un sombrero de lo más original, ya que porta un espacio con porta luces para poder trabajar en la oscuridad.

El tercer autorretrato pertenece a una etapa quizás en la que ya se muestra un estatus y una madurez propia de «el paso del tiempo».  Se muestra sereno ante nosotros; ha llegado su etapa más centrada. Goya ya pasó su juventud temerosa, este porta una mirada adulta en la que uno empieza a comprender, la visión segura de la vida y el sinsentido vital que lleva consigo de la misma y como es ley de vida, por último llega nuestra decadencia.

Autorretrato , Francisco de Goya, Museo Goya de Castres, 1800.

Goya muestra esa decadencia en los dos próximos autorretratos. La vejez se muestra acuciante, el deterioro es evidente y uno se muestra tal como es. La imagen es el espejo del tiempo. Mirada perdida y tez cansada es lo que nos muestra Goya. Canas y aspecto elegante por bandera. Demuestra ese intentar mantener el pensamiento y la cabeza, pero su honestidad vital, no le permite disimular ante el pincel que la vida se apaga. En definitiva, en sus autorretratos demuestra ser un pintor llano, pero lleno de matices y sensibilidad que lo hace ser un pintor de época.

 

Comparte este artículo: