Mujer con una flor de Paul Gauguin, es una obra que representa una estética y belleza propia de la mujer tahitiana. Es una obra que es importante por ser el primer retrato Tahitiano y además, por que este se realiza en su primera estancia en este bello lugar. Es un retrato que porta una transmisión de colores rompedora en su estilo pictórico. Claramente Gauguin se enamora de una visión vital muy distinta a la parisina.
En este lugar, se encuentra con una belleza en el paisaje, una espiritualidad y una canon de belleza femenina bastante singular y particular. El mismo Gauguin, debate en esta obra sobre un tipo de belleza, que a pesar de una cierta fealdad evidente comentada por el pintor francés, debemos asumir que existe una belleza que es cultural. Ya que los aspectos relacionados con la belleza y el concepto belleza, son totalmente debatibles según la cultura que tengamos y en el contexto que estemos. Podemos compartir ciertos cánones, pero no podemos entender de la misma forma un canon concreto desde una visión de la belleza propia y externa al contexto cultural.
Muchos creen en la belleza a pesar de las imperfecciones evidentes. La mujer tahitiana porta un rostro serio y una belleza que parece desconfiante. Para esta mujer autóctona, sería inaudito que alguien la retratase. A pesar de esa mirada, porta una postura segura y firme. Así mismo, su belleza es ruda y tosca.
Es una belleza en la que la sutileza y la atracción esta en el colorido y en la flor típica tahitiana. Es un símbolo que aporta belleza y alegría
Esta mujer se nos presenta con el vestido típico tahitiano y un fondo lleno de color. Vemos retratadas algunas flores que pululan por el cuadro. En relación al color, destaca como utiliza, capta y combina los colores, aportándonos una visión muy personal y llamativa.
Es un cambio total en su paleta de los primeros años, es como si viera la realidad con otros ojos. Tahití es toda una revelación, la cual le reporta un color y una forma de pintar original. Es un rasgo definitorio de una etapa y de una forma de entender la pintura.
Esta nueva paleta la podemos observar en elementos como el color de la piel, utilizando un tono muy característico de piel de este lugar. Además de la utilización de colores vivos, los cuales portan un aura y un entramado que se fusiona perfectamente, su obra tahitiana porta tambien unos colores menos vivos como son los ocres, amarillos apagados, marrones y verdes. Esta mujer de la flor, nos muestra quizás la visión más centrada en el imaginario tahitiano. Quizás es una imagen más topical que natural. En obras posteriores, realiza unos retratos y escenas que tienen una imagen menos idealizada o impostada, siendo obras más naturalizada.
En líneas generales es un retrato que capta la expectación hacia esta cultura tan llamativa para un Europeo. Como es común en esta y en otras obras de Gauguin, este titula las obras en tahitiano y después las traduce al francés. También es común que ese título aparezca en la obra de forma visible. En este caso se plasma en la parte superior de la pared titulo, firma y fecha.