Hoy os queremos hablar de la obra El beso de Gustav Klimt. En esta obra maravillosa podemos ver a dos protagonistas de la mitología griega. Concretamente se trata de Apolo y Dafne. Apolo quiere conquistar a Dafne la cual huye. Según la mitología, estos fueron atravesados por una flecha dorada y una flecha de plomo. El Dios Apolo fue atravesado por una flecha dorada, la cual le hizo enamorarse perdidamente de Dafne. Al contrario, Dafne fue atravesada por la de plomo y esta le provocó un gran rechazo hacia Apolo. Debido a esta cuestión, se convirtió en un amor imposible.
Dafne en su huida le pidió ayuda a su padre, el cual también era Dios, concretamente el Dios Ladón. Este la convirtió en laurel en el momento justo que Apolo quiso besarla. Apolo tras la metamorfosis de Dafne nombró al laurel como árbol sagrado. Gustav Klimt retrata ese justo momento de la metamorfosis, llegando su obra a un éxito grandioso. El beso se realiza entre los años 1907 y 1908, convirtiendo las críticas que provocaba normalmente su obra en elogios. Como la mayoría de los genios eran artistas controvertidos, los cuales tenían luces y sombras. Un artista necesita personalidad y Klimt la tenía. Esta obra utiliza unos materiales poco comunes en la pintura del siglo XX, concretamente láminas de oro y estaño mezcladas con óleo.
Este mito es trasladado al amor en una pareja con la cual nos podemos sentir identificados, concretamente los estudiosos hablan de que los modelos en los que se inspira el Klimt para la obra son el propio pintor y su pareja Emile Flöge, la cual encarnaría el papel de Dafne. La ternura con la que besa Apolo en la mejilla de Dafne, crea una sentimiento romántico que se contrapone con una calma contenida, ya que no olvidemos que Dafne siente repulsión por Apolo inducida por el plomo alojado en su corazón. Los personajes son rodeados en el cuadro del beso por un aura dorada la cual tiene varias capas. Ellos aparecen en el centro, atisbándose la silueta de ellos gracias a sus vestimentas de elementos geométricos. Principalmente círculos intercalados con cuadrados y una especie de estrellas para Dafne, rectángulos intercalados con unas especies de caracolas-espirales para el Dios Apolo.
Esta forma de representación reflejada en El beso, bebe de algunas de las tendencias modernistas y de los diseños de las Arts and Crafts realizadas en el siglo XIX. También tiene influencias de otros estilos artísticos. Concretamente tiene un espíritu medievalizante en la utilización de los dorados, artes como el bizantino tenían una gran profusión del dorado y concretamente se pudo inspirar en los mosaicos albergados en la iglesia de San Vital de Ravena. Otro ejemplo maravilloso de utilización del dorado en la pintura es el cuadro de La Anunciación del pintor italiano Fra Angélico. Era muy común el uso de dorado en manuscritos y miniaturas además de pinturas murales. Por lo tanto, es una forma muy original de traer tendencias antagónicas pero muy atrayentes. El dorado su principal labor es la atracción hacia el objeto. Por lo tanto, consigue su objetivo. Existen otras tendencias con la que se siente identificada la obra. Es el caso de las estampas japonesas las cuales aportan una visión con poca perspectiva y algo simplistas, las cuales Klimt aplica en esta obra maestra, siendo una obra de formas simples y con una perspectiva limitada.
La escena se completa con un mar de flores, las cuales aportan una visión romántica y buscando un sentido y un mensaje. La naturaleza les atrapa y les gana la partida. Los ramajes atrapan sus pies de Dafne y las flores decoran su cabello. La naturaleza no se para por nada, crece sin condición. Así mismo, la naturaleza atrapa a Apolo llegando a coronar su cabello con la presencia de hojarasca. Todo esto en un fondo de láminas doradas, las cuales delimitan a la pareja y centran la atención en la maravillosa composición realizada por Gustav Klimt.
Esta obra se convierte en una especie de collage de elementos preciosos y preciados, en las que un amor imposible se consuma con un beso lleno de belleza. Quizás una paradoja de la vida en la que perseguimos el amor, el cual es efímero y el cual a veces no es correspondido.