En nuestro artículo de hoy, queremos hablar de tres ejemplos de nuestra Historia del Arte en los que se nos muestra un formato de retrato de lo más original. Estos retratos, tienen un fundamento el cual es retratar al personaje en cuestión desde tres perspectivas distintas, mostrándonos sus dos perfiles y su rostro retratado de frente. Esto provoca que veamos como un espacio temporal convive desde tres visiones diferentes del retratado. Concretamente, son tres las obras realizadas. Tres son los artistas que optaron por innovar con esta original manera de retrato. El más reconocido y uno de los más grandes artistas, es el pintor belga Anton van Dyck. A pesar de ser el más reconocido, no es el pionero, ya que Lorenzo Lotto ya realizaría un retrato de estas características entre los años 1525 y 1535. Por último, os hablaremos del tercer ejemplo, el cual fue realizado por Philippe de Champaigne.
En primer lugar, trataremos el cuadro realizado por Lorenzo Lotto, el cual por ser el primero, es el retrato quizás de menor realismo y naturalidad. Este retrato titulado como Triple retrato de un orfebre, es importante por ser el pionero; además de señalarnos el camino en aspectos propios de este tipo de retrato. Los perfiles derecho e izquierdo, son colocados en los lados derecho e izquierdo del cuadro, consiguiendo así que se crucen las miradas del personaje. En el centro, se nos muestra el retratado con mirada perdida y pintado de frente.
En este caso, el retratado es un orfebre, el cual se muestra de manera solemne y mano en pecho, se nos presenta con vestimenta burguesa y portando en su mano derecha un joyero con anillos. Es un retrato en este caso de un personaje del pueblo y que quizás gracias a su riqueza, pudo permitirse este rompedor retrato.
En segundo lugar cronológico encontramos en retrato por Anton van Dyck. Este es el más reconocido de los tres y el de más calidad pictórica. Su detallismo no conoce limites. Concretamente, os hablamos de la obra Triple retrato de Carlos I. En esta se nos muestra la misma disposición que el realizado por Lotto. Si en el anterior se nos mostraba al orfebre retratado desde un mismo momento, aspecto y vestimenta, Van Dyck va un paso más allá. Ya que tanto en los perfiles, como en el retrato central, se nos muestra a Carlos I en distintas actitudes y vestimentas.
Concretamente, en el retrato central no se atisban los brazos, y en los perfiles se muestra las manos con distintas funciones. En el lado izquierdo del cuadro, Carlos I recoge su capa morada y se muestra con toda su riqueza y su estatus de Rey, mientras que a su izquierda se ve retratado con un jubón y al contrario que pasaba en el otro. En vez de sujetar la capa, coge su insignia real y para más originalidad, Van Dyck retrata manos diferentes. Osea, mano derecha en el retrato de la derecha del cuadro y mano izquierda en la parte izquierda. Lotto se limitaba a retratarnos solo la mano izquierda como si se tratara de un espejo, mientras que el pintor belga va más allá aportando distintos retratos.
Por último, destaca como la mirada de Carlos I es más fija hacia el espectador. Esta, a pesar de mirar fijo, no es una mirada fija al cien por cien.
Como último ejemplo, os traemos el Retrato del Cardenal de Richelieu realizado por Philippe de Champaigne. En este caso, el pintor francés nos trae el mundo del clero, el cual contrasta con un retrato de un representante del pueblo y otro de la realeza. Cubriendo así estos tres estamentos sociales.
La colocación de los retratos en este caso, es la misma que los dos anteriores, aportando un detalle original en la manera que el cuerpo es retratado. Al contrario que en los otros, que casi los cuerpos crean un círculo que abrazan, en este caso el pintor francés aporta una superposición de los cuerpos en forma de doble L, siendo el retrato central la unión entre los dos perfiles.
El retrato central porta una mirada fija, la cual es la mas penetrante de las tres ya que mira claramente hacia el espectador.