Hoy os queremos hablar de una de las obras realizadas por Vincent van Gogh en su serie pictórica Los girasoles. Entre todas las representaciones de girasoles realizadas por Van Gogh, nos centraremos en la que está conservada en la actualidad en la Pinacoteca de Munich. Los girasoles de Van Gogh se convirtieron en una de las obras más reconocidas del pintor holandés. Ya es conocida su belleza, pero es una obra con una lectura mucho más amplia la cual trataremos a continuación.
Van Gogh se encontraba perdido por la muerte de su padre y descubrió un color y una flor que le definía totalmente. El amarillo fue un color que siempre le había gustado, precisamente su casa de Arlés estaba pintada de este color. En un principio la serie de Los girasoles tuvieron un sentido decorativista, pero estas se convirtieron en una meditación, una terapia y por supuesto un presente muy sincero. Esta se realizó en 1888 tras un periodo de convivencia con Paul Gauguin, el cual lo acogió en su casa de París en una época difícil. Por esto y como agradecimiento, realizaría esta obra con la cual quería decorar la estancia de Gauguin en su casa de Arlés. Estas obras las realizaría con su color más preciado. Sería el elegido el precioso amarillo de unos girasoles que trascendieron mas allá de un simple presente.
Van Gogh hizo doce representaciones de girasoles, que decorarían su casa con la esperanza de convivir con su apreciado amigo Gauguin. Al pintor holandés le llamaba mucho la atención la vida de estas plantas y las retrató en todas sus etapas. En sus cartas a su hermano Theo, especificaba su amor por el color amarillo. El amarillo era un color que tenía mucha personalidad en él y en su obra. El amarillo como color y el girasol como flor era una seña de identidad para Van Gogh. En agosto de 1888 en Arlés realizaría sus girasoles más conocidos y en los que creó una paleta de amarillos magistrales. Cada girasol tenía un amarillo, una forma de estar y una forma de respirar en el cuadro.
Esta es una representación conservada en Munich y está realizada con un amarillo vivo. Es patente que estos girasoles portan un amarillo esplendoroso, siendo doce los girasoles que alberga el jarrón. El jarrón esta pintado con colores que son un reflejo de los tonos de los girasoles. Sucede de la misma manera en el suelo que pisa el jarrón. Los girasoles tienen tonalidades cercanas al estado de viveza que portan. Los doce girasoles muestran unos su color y estado mas vivo, en concreto tres, otros tres comienzan a secarse y dos empiezan a oscurecer. Otros dos casi están apunto de morir y los últimos dos están completamente secos.
Esta obra es una alegoría de la vida, en la que en la sociedad unos están en su máximo exponente y otros decaen paulatinamente pero todos ellos conviven en un mismo jarrón. Es una alegoría maravillosa y muy acertada del sentir de la vida. Van Gogh observó la vida de esta flor y quizás se vio reflejado en la decadencia, en la muerte que aparece y en como florecen otras flores nuevas. La naturaleza y estos girasoles te enseñan como es el concurrir de la vida. Quizás el girasol no sea la flor de más belleza. Es una flor tosca, grande, pero no deja de ser una flor maravillosa.
Esta flor gira buscando el Sol, como Van Gogh buscaba una luz en su camino a través de un Sol intenso y amarillo. Es como si la flor fuera una simbiosis de todas las inquietudes del pintor. Esta obra paso de ser una simple obra decorativa a ser una obra importante para la personalidad de Van Gogh. Es un descubrimiento para pintor y un mensaje lanzado hacia la sensibilidad de su amigo Gauguin. Aunque no terminara bien su relación y acabara rota, Van Gogh siempre apreció a su amigo y recordaba como él definía la relación de esta flor con su persona. El girasol era un medio de expresión, un reflejo de la ley de la vida y un presente muy profundo y sincero.
