Desde Charlarte os queremos hablar de la obra titulada La Campana de Huesca. En ella, su explícita escenografía nos aporta una visión sublime tanto en los detalles, como en la expresividad y realismo de los personajes retratados. Es una obra pictórica que está enmarcada en un escarnio en el que existe un debate sobre si son hechos literarios o históricos. Segun cuenta la crónica realizada por San Juan de la Peña, Remiro II heredero legítimo de la corona aragonesa, mostró su poder ante los nobles que no reconocían su derecho de sangre, ya que parte de la nobleza decidió apoyar a la vertiente navarra que defendía el derecho a reinar de García Sanchez III de Pamplona.
Remiro reacciona realizando un escarnio en el que corta la cabeza a los nobles disidentes y los muestra ante el resto de nobleza de manera desafiante; marcando e imponiendo su reinado con un derramamiento de sangre. Este relato es retratado por el pintor palentino José Casado del Alisal con un claro contexto historicista. Esto es comprobable gracias al detallismo en la arquitectura, vestimenta y personajes retratados. Así mismo, es un catalogo de reacciones que queremos destacar y centrarnos en ellas más detenidamente. La expresividad y realismo de los rostros vivos y muertos nos dejan a las claras que existe un trabajo previo y una dedicación plena. Casado del Alisal demuestra en sus obras el interés por la historia, siendo un fantastico recreador de contextos históricos.
Comenzando el comentario sobre los rostros, habla por si sola la predisposición de Remiro II. Este se muestra con un rostro seguro, en el que parece asentir ante sus nobles diciendo, “¿veis como acaban los traidores?”.
La seriedad contrasta con la agresividad del perro que acompaña al monarca. Este, enseña los dientes con un gesto que en un perro es muestra de aviso de su enfado y de que se podrá convertir en ataque. Por lo tanto, el perro adopta el mensaje de su amo.
Entre los nobles que observan esta dantesca escena, la mayoría muestra asombro. Los ojos parecieran salirse de sus orbitas producto de esta sorpresa tan desagradable.
Por otra parte, dos de ellos muestran un claro rechazo y apartan la mirada; uno de ellos gira la cabeza de manera contraria al escarnio y otro aleja el rostro y frunce el ceño.
La tercera reacción que retrata el pintor palentino, es la de un rostro que se muestra entre desencajado y pensativo; mostrando cierta calma a pesar de tal desastre.
Destaca como uno de los monjes muestra la reacción más sensata, parece que dijera, señor ha perdido la cabeza. Paradojicamente la unica cabeza que mantiene su cuerpo en la parte derecha de la obra es la cabeza más fuera de sí.
Por ultimo, es interesante hablar de los rostros desfallecidos, que acompañados de un marco sangriento, aportan un realismo el cual provoca incluso el rechazo al espectador. Claramente el pintor llevó al extremo el detallismo, ya que estudió cuerpos reales desfallecidos para conseguir unos rostros que mantuviesen ese color tan propio. Así mismo, la expresión de los ojos ha quedado reflejada de forma intacta captando el momento justo de la muerte.