Teoría de la comunicación

En el acto de comunicar intervienen tres elementos; emisor, receptor y medio de comunicación. Sin ese triangulo semiótico no podemos entenderla. Por lo tanto, el emisor crea un mensaje codificándolo, ese mensaje se refleja en el medio y el receptor lo decodificará. Uno de los más importantes elementos es el receptor e intérprete, ya que es el «culpable» en muchos casos del fin del mensaje. Muchos autores reflexionan sobre el papel de los intérpretes en un medio comunicativo como la obra de arte. Umberto Eco habla de obra abierta, ya que el intérprete siempre tendrá una opinión o percepción que cambiará totalmente la obra. Así mismo, el intérprete puede intervenir en la misma, viéndose en obras artísticas contemporáneas como las performance. La obra artística no está explicada, por lo tanto, tenemos que hacer una lectura sobre ella. No existe manual de instrucciones para saber que nos quiere decir la obra artística. También podemos decir que la conciencia colectiva de lo que entendemos como objeto artístico puede determinar la estética de una época y su interpretación. En esto último influye el contexto, que marcará en muchas ocasiones la percepción del receptor, ya que una obra tendrá una interpretación diferente si se interpreta desde un contexto diferente al que se realizó.

Comprender y asimilar es una de las cuestiones importantes para un ser humano en su vida. Por esto Gadamer en su obra Verdad y método, nos refleja que no existe ningún método. Comprender y asimilar es algo que viene en la idiosincrasia del propio ser y la hermenéutica es la interpretación producto de nuestra experiencia, con lo cual, esta propicia una historicidad. En esta experiencia nos encontramos con varias vertientes importantes como: la experiencia artística, histórica, filosófica y jurídica. Estas forman parte de nuestra naturaleza con la que creamos una autoconciencia metodológica, creando una experiencia en general. Todo esto formará un contexto cuando se hace en común; creando un concepto llamado tradición. Esta nos conectará con nuestro pasado o los hechos que nos han llegado; no quiere decir que sean todos. Por lo tanto, creamos nuestro presente. La tradición ha creado ciertos prejuicios históricos que pueden ser verdaderos o falsos, pero es una realidad del ser humano, intentamos encasillar o resumir en pocas palabras sin profundizar demasiado creando un concepto previo. El historiador debe investigar que prejuicios son verdaderos y falsos, que aunque sean de estas dos naturalezas, han sido aceptados por la tradición de una cierta comunidad.

En nuestro presente no podremos desprendernos del pasado tan fácilmente. Si queremos que cambie debemos aportar en la conciencia histórica hipótesis positivas que con el tiempo veamos de su historicidad. Según Gadamer, debemos estar alejados de nuestro pasado aunque reconocer estas raíces en nuestro presente. Tenemos que entender el paso del tiempo como algo positivo para comprobar la historicidad, y posteriormente comprender nuestro pasado y presente viendo la tradición y lo que nos ha transmitido. Como se suele decir, «tiempo al tiempo», esto mismo sucede en la compresión de la historia, el tiempo ayuda a la historicidad y a resolver malentendidos. La comprensión nos permite llegar a una historia efectual, que ha calado en la historicidad de nuestro tiempo, por lo tanto, ya nos pertenece. Cada persona tendrá un horizonte en su percepción, el horizonte es el producto de nuestra historia efectual, interviniendo nuestra tradición y todos los conceptos nombrados anteriormente, para tener un horizonte y un ámbito de visión que puede ser más o menos limitado. Así mismo, es algo inestable que puede cambiar en todo, ya que es subjetivo, por lo tanto cambia y se mueve; no se puede ser objetivo con el horizonte de expectativas. La fusión de horizontes es algo perteneciente al estudio y la necesidad hermenéutica, pero partimos de la contradicción de tratar algo subjetivo desde un punto de vista objetivo. Aunque si se podrá generalizar.

Robert Jauss habla del un déficit de atención a un «tercer componente», este componente es producto de silenciar a unos artistas frente a otros. Por lo tanto, el receptor de la obra en su tiempo elegía ciertos artistas. Así mismo, posteriores receptores fueron eligiendo que obras destacar. Por lo tanto, la intervención de ciertos receptores marcaron su función histórica. Jauss comparte con Gadamer la utilización de tres elementos comunicativos, autor, obra y lector. Aunque va más allá incidiendo en el proceso de producción y recepción, esto quiere decir que hay una cadena en la que los artistas son parte de este tridente, en el que son receptores y emisores; así mismo los interpretes.

Wolfgang Iser nos habla de un diálogo entre lector y obra, simplificando los entes comunicativos. El lector y destinatario puede condicionar la obra, ya que sus gustos pueden dictar directrices, o la influencia del contexto hacer que el autor se predisponga a hacer la obra de una determinada manera. Nosotros abordamos la obra teniendo nuestro horizonte de expectativas. Wolfgang Iser nos comenta que el lector localiza lo espacios que entiende y a su vez localiza espacios vacíos que necesitan de un significado. La obra puede enmarcarse en varios lenguajes, siendo polisémica. La obra necesita códigos que podamos entender. También nos habla del lector implícito, que es aquel que pertenece al contexto de la obra. Así mismo, debemos hablar del lector real cualquier lector que aborde el texto, por lo tanto lector implícito y real pueden ser el mismo.

Autor: Jesús Aguayo Linares, graduado en Historia del Arte por la Universidad de Córdoba

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