Hoy os traemos una obra bellísima del pintor impresionista Claude Monet. Concretamente se trata de una de las obras pertenecientes a la serie realizada en los acantilados de Étretat y titulada Amanecer en Étretat.
En esta serie dedicada a Étretat, Monet capta perfectamente el carácter y belleza de este lugar. Claude Monet era un pintor que realizó gran cantidad de series en las que se encargaba de plasmar las distintas caras de los lugares retratados. Plasmaba los distintos momentos del día o los cambios más significativos. Era un experto en saber plasmar los distintos colores, texturas y auras de las distintas maneras de respirar de los emplazamientos que pintaba. Concretamente en la obra que queremos comentar, se retrata un amanecer en Étretat como uno de estos momentos destacables.
Monet capta perfectamente la atmósfera del amanecer. En el centro de la obra, podemos observar los acantilados y la llamada Porte d’Aval. Este lugar bellismimo de la costa francesa, porta una fisonomía inconfundible. Monet la plasma con colores oscuros y sin atisbar detallismo, solo vemos la bella silueta del acantilado. La silueta es creada por la luz tenue del amanecer. Al tener poca luz y incidir en el acantilado desde su parte posterior, se crea una visión sombría que fusiona perfectamente con los elementos que la rodean.
Si la silueta es bella, más lo es su contexto. Se nos muestra una vista del mar que porta una sensibilidad genial. Monet retrata la luz en esta obra de una manera magnífica, ya que podemos observar como pinta perfectamente la forma en la que ondea el agua y como esta marejadilla capta la luz del amanecer.
La luz es retratada con pinceladas verdes, naranjas, rojas, amarillas, marrones, blancas y azules; todas ellas plasmadas sutilmente. Con esta combinación de colores, Monet crea una visión realista y bellisima de la incidencia de la luz en el ondear marino.
La sutileza en el reflejo de la luz, no resta dedicación a la representación de algunas sombras. Es el caso de la sombra de la Porte d’Aval, ya que observamos reflejos oscuros, los cuales inciden en la marejada. Estos reflejos sombrios son retratados por Monet con pinceladas negras, contrastando así con el colorido de los reflejos pertenecientes al amanecer.
Por último y también de bellísima factura, destaca la forma en la que Monet retrata el cielo. En el cielo se representa el elemento principal de la obra, el amanecer. El pintor francés retrata el Sol con una pincelada naranja con destellos blancos. Con esta pincelada circular, refleja perfectamente la textura y el color de un Sol que amanece.
Este bello Sol, es rodeado por un aura que cuanto más se aleja de este, más luz aparece e la obra. El Sol quiere salir de esa bruma oscura que le rodea. Quiere asomar para brillar con todo su explendor. La pincelada en esta zona de brumas se diluye en un azul grisáceo, el cual retiene los destellos del Sol. Si observamos la siguiente capa, podemos ver como esa bruma de color grisáceo se convierte en una de color rosado. Si seguimos levantando la mirada, podemos ver como el color rosado se torna en amarillo, para finalmente llegar al azul turquesa propio de un cielo que amanece.
Viendo este relato de colores, podemos afirmar que Monet transmite la belleza a través de una perfecta plasmación del color, luz y sombras. La belleza que está en la naturaleza, es detenida en el pincel del pintor parisino para regalarnos esta bella estampa de un amanecer en Étretat.